El Bodegón Los Galayos se encuentra en un enclave privilegiado de Arenas: Justo en frente de su Castillo. Disfruta, por tanto, de una localización muy céntrica y animada en un rincón que además dispone de espacio amplio de aparcamiento.
No es un restaurante que destaque por su carta de comidas, pero es el lugar perfecto para tomarse una caña o un café después de un día de montaña y turismo por el bello pueblo de Arenas de San Pedro.
Paramos a cenar un viernes noche, en plenas fiestas porque estaba al lado del castillo donde había conciertos y mucho ambiente. En la carta no parecían platos que veíamos en otras mesas, preguntamos por las hamburguesas que anunciaban en un cartel y un primer camarero nos dice que nos hace la que queramos, como no sabemos las que hay, preguntamos al que nos toma nota y nos dice que no tienen.
Le comentamos lo del primer camarero y nos dice que no las puede servir porque no tenían pan, pedimos una ensalada en la que debería haber anchoas que no aparecían por ningún lado, nos intentaron
Pésima comida y vinos mal cuidados:
Las gambas sosas y alguna mala, las migas secas y el cabrito al horno carbonizado. El vino viña Tondonia reserva picado. El camarero nos recomendaba un vino joven sin crianza como alternativa. Precio carísimo para la mala calidad. El local esta bien.
Triste, verdaderamente triste, acostumbrado al buen comer en toda la zona de Castilla y León en el mismo centro de Arenas de San Pedro se encuentra este restaurante. Nos arriesgamos con el menú del día ( 22 €). De primeros patatas revolconas y paella. Pasables la verdad no eran nada especiales. De segundo los platos fuertes, cochinillo y entrecot. El cochinillo sin sabor ninguno acompañado de unas patatas panaderas hechas a primera hora de la mañana por lo revenidas que estaban. El entrecot al punto, seco un insulto a la ternera de Ávila. Los postres sencillos sin opulencias. NADA RECOMENDABLE.
