Londres es absolutamente fascinante
Pero tanta ciudad a veces me agota y necesito tomarme un respiro. Mi predilecto -y rápido- escape es tomarme un tren a Brighton, una pequeña ciudad costera al sur de Inglaterra. En menos de 1 hora estoy en el mar, en una enorme playa de canto rodado donde baten inmensas las olas. Brighton se llena en verano, ya que tiene un clima buenísimo, con una temperatura que a veces alcanza los 28 grados. Pero lo mejor de la ciudad es cuando está vacía, un día cualquiera (incluso en invierno) entre semana.
La playa es una pasada. No tanto para bañarte (el agua es bien fría), sino para tumbarte y despejarte de la ciudad. El mar allí es violento, hace ruido, la luz del sol refractando en el canto rodado es una maravilla, las gaviotas graznan de forma estridente, huele profundamente a aire marino. Cerca del acceso principal a la playa, una vieja estructura de hierro es casi un símbolo de la ciudad: El Old Brighton Pier (muelle) sucumbió luego de varios incendios (el último en 2003), y hoy es una figura de hierros retorcidos que seguro amarás fotografiar.
Brighton además tiene bares y restaurantes llenos de sabor. El centro es pequeño, con tiendas de ropa vintage, y personajes excéntricos, quienes, a cierta edad, han elegido la preciosa ciudad para vivir.


