Una puesta del sol inolvidable
Como vivo en Cagliari, en verano siempre voy buscando playas y rincones que no conozco, sobre todo para ir los domingos. Por eso la razón que me convenció para ir a Masua solo fue que.... nunca había tráfico...
Esa zona es más conocida porque el mar es peligroso aunque parezca calmo. Nunca tienes que fiarte y arriesgarte alejándote de la playa. No pensaba que iba a convertirse en uno de mis lugares preferidos.
La playa en si misma es casi negra y para los sardos del sur esto "no está bien" ya que estamos acostumbrados a playas de arena blanquísima y fina. El agua es cristalina...pero lo es en todas la playas de Cerdeña. Lo que caracteriza esta playa tan pequeña es el farallon rocoso que se encuentra a poca distancia de la playa y las viejas minas que se asombran a la playa. A veces se pueden hacer giras con un bote hinchable. Mi marido lo hizo con mi hijo de 4 años y les encantó a los dos.
Pero cuando, al final de un día en el que te parece que no puedes exigir más de lo que la naturaleza ya te ha dado, llega la hora de la puesta del sol. Y mientras estás en el coche, dando de comer a los niños, dándoles agua mientras que pelean por el juguete que han encontrado en su asiento y tal, el coche tuerce a la izquierda y desvela un panorama inolvidable.
Y descubres que el farallón no era uno solo, si no que había más que no se veían desde la playa y que llegando por la mañana no habías notado tampoco. Cinco farallones. A esa hora casi todos los coches están aparcados en las plazuelas de los miradores que encuentras por la carrettera, para sacar las últimas fotos del día.
En el pueblo de Nebida, a pocos kilómetros de Masua, hay una indicación para hacer la ruta de los 5 farallones, andando. No parece nada especial...Y otra sorpresa: desde allí se ve muy bien todo ese trozo de costa y hay un pequeño restaurante- pizzeria muy sencillo y nada turístico: Al 906 operaio.
¡Os aconsejo que vayáis todos!